Ausencias
Retorna el tiempo de su eterna guarida
Y en su galope terco y despiadado
Lleva la señal de un hombre alado:
Vuela, como el polvo, la mirada perdida.
Recuerda el sueño que fue frágil hombre
Que soñó desnudo a una mujer dormida.
Y en sus manos dulces esperaba la caída:
-¡Despierta!- Gritó afónica la voz del hambre.
¿Qué fue del estupor de la calle desierta,
Del signo que en el cielo abrió sus alas,
Del viento que impetuoso guardo sus ganas?
¿Quedó solo como el mar cuando despierta?
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