Me parece que los colgados son como esas rayas de luz color fuego que aparecen en las montañas el momento justo en el que el sol desaparece a lo lejos, el momento de transición, cuando el día se entrega a la noche. Los colgados nacen el instante justo en el que las ideas cobran “cuerpo” y abren sus brazos a la razón. Los colgados tienen la facultad de resoplar y acariciar el aroma de los espectros que envuelven las cosas como licántropos a punto de aullarle a la luna. O tal ves pasa de forma contraria y son los espectro los que acaban entrando hasta lo más recóndito del ser de quienes están cerca y sucumben a la colgadera. Ahora mismo te escribo mientras voy percibiendo el hedor de aquellos espectros de los que te hablo más arriba, y siento como mi cabeza va cediendo un poco a la derecha, mis ojos se oscurecen hasta parecer dos agujeros negros que van devorando toda esencia real, a tal punto que se tragan mi propio ser y no soy ni bueno ni malo, ni arriba ni abajo, sólo colgado.
Texto de Gabriel rivero
Texto de Gabriel rivero
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